Millones de personas que hoy están vivas tienen antecedentes de cáncer. Así es como comienza una de las guías para pacientes del Instituto Nacional del Cáncer en USA. Es decir, tenemos que separar la palabra muerte de la palabra cáncer. No son sinónimos. Se puede sobrevivir tras un cáncer y, lo más importante, hay mucho por hacer para prevenir las recaídas.
La medicina integrativa no trata cánceres, trata pacientes con cáncer. Por lo tanto, el tratamiento no puede consistir sólo en atacar a las células cancerosas o administrar suplementos nutricionales para mejorar el sistema inmune, tratar los virus asociados a tumores si los hubiera, detoxificar, reducir la acidosis tisular, cambiar la dieta, etc., que son abordajes necesarios. Además, hay que cuidar la salud mental del paciente. Porque el paciente no es un cáncer, es un paciente, que sufre, que se emociona, que siente, que teme, que disfruta, que ama…Hay que tener en cuenta esta faceta humana.
Hay varias esferas o escenarios en los que se puede intervenir para mejorar los factores psíquicos que contribuyen a enfermar o sanar:
1. Prevención del cáncer: Sobre todo en pacientes que tienen antecedentes familiares de cáncer. En la esfera psíquica, es fundamental tratar la depresión.
2. Tratamiento del paciente con cáncer con intención curativa o paliativa. A veces no se puede curar, pero se puede mejorar mucho la calidad de vida. Los estudios de Spiegel, ya demostraron la importancia de la psicoterapia en la mejora de la calidad de vida.
3. Prevención secundaria: Una vez que se ha superado un cáncer, evitar recaídas o segundos tumores.
4. Apoyo a los familiares del paciente con cáncer.
La psicología clásica nos dice que frente al diagnóstico de cáncer el paciente puede sentir miedo, desesperación, culpa, tristeza, ansiedad, angustia, pero ¿qué ha sucedido antes? Muchos cánceres se preceden de un estado depresivo, eso es algo que hemos de abordar, porque sino, estaremos tratando el proceso actual, pero descuidando las condiciones previas que fueron conduciendo a él y, por tanto, no estamos disminuyendo el riesgo futuro de recaídas.
Si vemos la enfermedad como un aviso de nuestro cuerpo, la enfocaremos como una posibilidad de cambio. Nadie tiene la culpa de tener una enfermedad, pero sí tiene la responsabilidad de cuidarse para reducir las posibilidades de contraerla o de que una vez tratada, recidive. Sí se pueden hacer cosas para prevenir el cáncer.
Igual que un diagnóstico de cáncer nos advierte de la necesidad de cuidar más nuestra salud física: cambiar de dieta, dejar hábitos nocivos como el tabaco o el alcohol, implementar algún tipo de ejercicio físico, etc., también nos advierte de cambiar ciertas actitudes vitales que nos van enfermando. Aprender a decir que no, aprender a tomarse la vida con más calma, a disfrutar de cada cosa que se emprende, aprender que no se puede ganar siempre, asumir las pérdidas que se van produciendo en toda vida, etc.
Hay un camino que nos fue llevando a la enfermedad y hay un camino que nos permite sanar. Tomar las riendas, hacerse responsable de lo que cada uno puede asumir, trabajar para nuestra salud, requiere un cambio de manera de pensar, de personalidad, incluso de manera de sentir. Y para ello es necesario que un profesional nos guíe y nos ayude.
Hay algunos mecanismos psicológicos y algunos hechos vitales que se producen en la enfermedad que es necesario tener en cuenta:
1-La negación: Frente a un diagnóstico de cáncer, que en el imaginario de todos está asociado con una disminución de la esperanza de vida, hay un mecanismo de defensa que se pone en marcha y es el rechazo de esa realidad que nos desagrada, como no me gusta, y no quiero que suceda, hago como que no sucede, lo niego. Es importante abordar este punto, porque para poder cuidarse hay que aceptar que uno está en una situación que requiere cuidados especiales. Si rechazo estar enfermo, rechazo el tratamiento, y esto puede ser un problema más serio que la enfermedad misma.
2-La depresión. El deseo de curación es quizás uno de los determinantes psíquicos más importantes para superar un cáncer. Hay múltiples estudios que demuestran que la depresión psíquica conlleva una depresión del sistema inmune, éste falla, permitiendo el crecimiento de células tumorales. Por eso es importantísimo abordar la depresión para superar un cáncer, construir el deseo de curarse.
3-La ansiedad y la angustia frente a la incertidumbre: ¿Cuántos años viviré? ¿Sufriré dolor? ¿Superaré este cáncer? ¿Cuáles serán los efectos secundarios de la medicación? Son preguntas que se hacen los pacientes con cáncer. El equipo que cuida al paciente puede reducir mucho esta incertidumbre dando la información que el paciente requiera si ésta está disponible, pero hemos de saber que no se puede acabar con la incertidumbre porque el pronóstico es para cada paciente diferente, una cosa son las estadísticas, que pueden ser orientativas, y otra muy distinta los pacientes. Aprender a tolerar la incertidumbre es algo fundamental, en lo que un profesional puede ayudar al paciente con cáncer.
4-La culpa: Otra pregunta muy frecuente que se hace el paciente es ¿qué he hecho yo para merecer esto? Nadie merece un cáncer. Esa no es una pregunta acertada, mejor preguntarse ¿qué puedo hacer a partir de ahora para restablecerme? Cambiar el sentimiento de culpabilidad por la noción de responsabilidad: hacer, guiado por expertos, lo necesario para procurarnos salud.
5-La reestructuración de la vida cotidiana: el cáncer puede afectar a las relaciones de pareja, a la estructura familiar, al trabajo, a la economía. Es importante trabajar con el paciente la adaptación a estos cambios.
6-Cáncer y familia: Lo primero a reseñar es que hay que cuidar al cuidador. Cuando aparece en una familia un enfermo con este diagnóstico todo lo demás parece secundario y el cuidador termina descuidando su salud para atender al paciente, es muy importante no descuidar la propia salud, repartir las tareas de cuidado entre varios para no sobrecargar a uno, tener en cuenta el cambio de roles familiares: un hijo que recibía los cuidados paternos, puede pasar ahora a cuidar él a su padre o madre. Y algo muy importante: poder expresar las pequeñas hostilidades que surgen entre el cuidador y el paciente. El familiar siente que renuncia a sus cosas para cuidar al otro, y eso puede generar tensión si no hay un profesional con quien conversarlo.
7-Problemas estéticos: La estética no es algo trivial o superficial, tiene un gran impacto psicológico, de ella depende gran parte de la autoestima. Por eso, hay que ayudar al paciente con cáncer a mejorar su aspecto físico y a reconciliarse con su cuerpo, con su imagen.
Los posibles abordajes a estas problemáticas psicológicas son:
-Terapia individual: En pacientes que no se sienten cómodos en grupo y que son muy reservados, el psicoanálisis individual puede ayudarles mucho en el proceso de curación, para mejorar la actitud ante la enfermedad, tratar la depresión, aprender a tolerar la incertidumbre, reducir el sentimiento de culpabilidad, etc.
-Terapia de grupo: La terapia de grupo coordinada por un profesional con experiencia es muy eficaz en el abordaje de pacientes con cáncer o pacientes que ya han superado un cáncer, para prevenir recaídas. Generalmente, cuando enfermamos no enfermamos solos, ya que no somos seres aislados. Hay maneras de relacionarnos enfermizas, digamos que hacemos pactos que favorecen la enfermedad. La terapia de grupo es el establecimiento de alianzas, de pactos que favorecen la curación.