El insomnio afecta ocasionalmente o de forma continuada al 70% de la población. Es un síntoma que puede ser indicativo de una enfermedad orgánica, pero también de la presencia de una depresión, de angustia o ansiedad o de temor a soñar. Es fundamental, por tanto, un correcto diagnóstico del problema. Además, el consumo de somníferos y tranquilizantes se ha disparado en los últimos años en España. El porcentaje de personas que ha tomas alguna vez este tipo de fármacos supera el 11%. Además, un porcentaje mucha mayor de la población tiene dificultades en conciliar el sueño o en dormir durante toda la noche, pero, mucho más, simplemente no duermen lo suficiente para una salud óptima.

Sin un sueño adecuado el cuerpo muestra signos de estrés, disminuye el estado de ánimo y la concentración, bajan las defensas, se reducen los niveles de nutrientes vitales tales como el cinc y el magnesio, y la vitamina C se consume a una velocidad alarmante. Siempre existe alguna razón, emocional o física, para todos estos problemas del sueño.
En la resolución de los problemas de sueño, además de una correcta higiene del sueño, debemos actuar a varios niveles básicos:

• Ir al fondo de los factores que lo provocan
• Manejar los niveles de estrés.
• Mantener uniformes los niveles de azúcar en sangre durante el día.
• Equilibrar minerales como el magnesio
• Equilibrar los neurotrasmisores del sueño, la serotonina y la melatonina.
• Actuar con psicoanálisis para resolver los conflictos inconscientes que “quitan el sueño”.
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