​Hoy en día ya se conoce que la enfermedad obstructiva crónica (EPOC) es algo más que un problema de los pulmones. Es una enfermedad que afecta a todo el organismo por el desequilibrio metabólico derivado de la incapacidad del pulmón de ejercer adecuadamente su función, por ejemplo hay un catabolismo (destrucción) de las células y de las proteínas musculares.

Es una enfermedad sistémica inflamatoria crónica que afecta a diferentes órganos y sistemas con importantes repercusiones en el estado nutricional, composición y función de los músculos, como se aprecia en estadios tempranos de la enfermedad. La alteración de la función muscular expresa un mal pronóstico, con aumento de morbilidad y peor calidad de vida. Es un breve ejemplo de una enfermedad que genera una inflamación global sobre el resto del organismo.

Los pacientes con EPOC deben ser valorados de forma individual y no bajo un mismo esquema, porque cada uno es diferente. Desde esa perspectiva, la de individualización, ¿cómo se diferencia la medicina integrativa?

Lo que aporta la medicina integrativa en EPOC

Hay una evidencia acumulativa de que existen acciones no farmacológicas que mejoran la función pulmonar y reducen la progresión de la función de los bronquios y de los alvéolos pulmonares, reducen la destrucción pulmonar y los resultados de las espirometrías mejoran en numerosos casos. EPOC es una enfermedad inflamatoria donde es necesario cortar los procesos de destrucción oxidativos.

El ejercicio físico adaptado, individualizado, controlado por profesionales, es esencial en el tratamiento: evita progresar a estadios avanzados e incapacitantes. Los pacientes activos tienen menos agudizaciones, ingresan menos por crisis de dificultad respiratoria o or infecciones pulmonares. Es aquí donde el trabajo de la rehabilitación de fisioterapia respiratoria enseña a respirar.

Un apoyo al sistema inmune – la microinmunoterapia y la terapia ortomolecular – produce una estabilización del sistema inmune que sin duda contribuye al control de las complicaciones. Menos tos, menos expectoración, menos disnea, menos cansancio y sobrecarga cardíaca.  Además es importante el manejo de las terapias habituales: oxigenoterapia o los medicamentos denominados de “rescate”.

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