La vida actual ha ganado en comodidades respecto a otros tiempos, pero estamos en un ambiente muy complejo. Tener la capacidad de “pararse a pensar” es esencial para realizar un cambio. Cuando la persona toma conocimiento y lo interioriza, entiende por qué se autocastiga o se boicotea, y una gran parte del trabajo está lograda para siempre.
Un segundo aspecto, por alcanzar logros en una longevidad saludable, es utilizar instrumentos de diagnóstico y de tratamiento “que van un poco más allá” de los sistemas normales que diagnostican patologías, en cuanto a expresiones desviadas o muy desviadas de la consideración de normalidad fisiológica. Para la medicina de las patologías, la normalidad es una referencia estadística, pero para un criterio de prevención y de lograr una alta calidad de vida y longevidad independiente, sana, auto-suficiente y activa, los criterios deben ser mucho más estrictos y debemos buscar un “ideal”. Esto supone, en primer lugar, no incurrir en criterios obsesivos y no generar un problema donde antes no existía, una obsesión por “estar sanísimo”. Más bien al contrario. La visión coherente, natural, sin tensión, permite que este enfoque de salud sea también aplicado de forma laxa y amable.
Desde un plano puramente técnico, hoy es posible hacer valoraciones médicas sencillas (no son necesarias máquinas complejas y carísimas), donde se puede medir el nivel de inflamación global, las bases de actuación hormonal (muy importantes de cara a épocas como la menopausia o la andropausia), situación de la flora intestinal, marcadores genéticos de polimorfismos de predisposición a problemas y riesgos cardiovasculares, osteoporosis o deterioro cognitivo. Estos “marcadores” reflejan el reparto de cartas genético y reflejan el modo de jugarlas. No hablamos de datos que no se puedan modificar, sino, muy al contrario, buscamos tener información de la situación de la persona para planificar una hoja de ruta que facilite adoptar acciones preventivas.

Imaginemos que un paciente de 40 años presenta marcadores de riesgo cardiovascular por su predisposición genética. Si ese paciente fuma, hace una vida sedentaria y no atiende a criterios de autocuidado, sus posibilidades de sufrir un accidente cerebrovascular o miocárdico se incrementan enormemente. Pero si esa información está en su poder y en poder de sus médicos, y se toma conciencia del riesgo, en primer lugar hay un factor de anticipación selectivo y un factor de motivación adicional para trazar una serie de medidas de modificación de vida que irán desde aplicar una dieta antiinflamatoria, incrementar la actividad física, orientándole en tiempo y forma, y buscando modelos de relajación y meditación para mejorar el sueño o el control del estrés. Y así, al igual que se preocupa de su futuro como pensionista contribuyendo mes a mes a un plan de futuro económico, puede hacerlo con algo tan importante y esencial como él mismo, su independencia y su salud. De poco le servirá tener una buena pensión si no llega a disfrutarla.

Un tercer gran aspecto de la acción sería la necesidad de poner el acento en las medidas sencillas y naturales. Hay propuestas en la denominada “medicina antienvejecimiento” que están destinadas a una mezcla de bioingeniería, marketing y élite. Pueden hacerse programas mal llamados “antienvejecimiento” desde el uso “de lo último”, como si fuese una moda de perfumes. Comprar lo último, vinculado a clínicas de prestigio en lugares emblemáticos. Y seguro que algunas funcionan. Pero lo mejor de una longevidad saludable debería ser la posibilidad de que alcance a todo el mundo.

En CMI-Clínica medicina Integrativa las acciones a realizar —y éste es el siguiente punto— deberían ser sencillas y basadas en aspectos cotidianos:
1.- Plan nutricional adecuada y adaptado. Dieta antiinflamatoria y sus variantes representan bases esenciales. Una vez que se aprende a comer de una manera adecuada y se comprueba sus enormes beneficios es muy difícil volver a padecer alteraciones del ritmo intestinal, hinchazón abdominal, celulitis, estreñimiento o reglas dolorosas o dolores articulares. Todo ello conlleva regular sistema digestivo. No hay salud global si salud intestinal.
2.- Detoxificarse. Un programa en relación con la nutrición que sobre todo está dedicado al hígado, como gran órgano destinado a “limpiarnos”. Hepatoprotección tanto del propio hígado como de sus vías biliares.
3.- Sistema inmune. Hay numeroso estudios que indican una clara relación entre envejecer de forma patológica y el sistema inmune. Se denomina Inmunosenescencia. Si su sistema inmune es fuerte usted es fuerte.
4.- Cronobiología: Sueño. El sueño adecuado es fuente de calidad de vida. Durante el sueño ocurren numerosas acciones: tanto en el cerebro, como en el organismo en general. No se puede asegurar una calidad de vida correcta y un buen estado fisiológico con una mala calidad del sueño.
5.- Actuaciones específicas dependiendo de cada persona: Estos programas deben adaptarse a cada individualidad.. Programas frente a la menopausia (sequedad de mucosas, envejecimiento piel, sofocos, cambios de carácter…) andropausia (pérdida de libido o dificultad erección, problemas en la próstata, falta de impulso y energía, cansancio global…), situaciones de estrés y ansiedad, dolores por artrosis /osteoporosis, neuroprotección y evitar deterioro en memoria o aspectos cognitivos (cambios de humor, insatisfacción, miedos…), programas control hormonal y metabólico….

En los programas preventivos de CMI cada paciente recibe un conjunto de acciones individualizado.

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